martes, 5 de agosto de 2008

ME TURBÓ DESCONOCERTE

¿Te dije que no te leía?
Mentí.
Tan sólo ambicioné
confirmar que mirábamos
en la misma dirección.
Pretendí desnudarte la profundidad de mis ojos.
Codicié que el mensaje desvestido
doblara la esquina de tus pestañas
y me fuera devuelto con la misma evidencia.
¿Acaso incredulidad?
¿Tal vez el miedo infantil
que produce estar sintiendo intensamente?
Qué felicidad tan incómoda me produjo
que fueses, en ese instante, el motor de mi emoción.
Asumo que soy ciertamente susceptible
si algo me mueve el alma.
Es sólo cuestión de tiempo
que asimile el movimiento,
mi naturaleza, hoy, tiende a contener el tambaleo.
He recolocado los pedazos vibrantes de emoción y desconcierto.
Lo hice con la esperanza inquieta de que vuelvan a estallar
infinitas veces al calor de otros detonadores,
mechas, que como tu, también desconozco.
Temblé al hacerlo,
me estremece pensar que ciertamente estallen
y en esa ocasión no encuentre los pedazos.

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