jueves, 14 de agosto de 2008

EL HAMAM



Perfectamente imperfectas,
sabedoras de nuestra preciosa asimetría,
paseamos la desnudez mojada
sin necesidad de aprobación.

Se nos resbalan gotas de placidez
que son contenidas por el centro del descanso,
el ombligo de piedra, que impertérrito, nos entrega
sin tiempo, a las caricias de la espuma.

El deseo de capturar las sensaciones
se derrama y flota con los cuerpos
helados de placer por el gélido baño
que nos congela los miedos.

He encontrado mi oasis, y cuando lo nombre,
la nostalgia de mi piel suave inundará la memoria,
devolviéndome a la habitación propia:
El Hamam de las mujeres.

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